Navegando descubrió...

Y se dio cuenta, que teniendo una familia que la quería, unos buenos amigos, comida en la mesa y un techo sobre su cabeza, era más rica de lo que pensaba.

Y recapacitó, cuando un buen amigo le dijo una frase : "No hay que mirar la vida por el espejo retrovisor"

Y aprendió a meditar, porque no todas las respuestas estaban en Google.

Y entendió, que si es difícil decir ADIÓS, más difícil es decir:
"Aserejé ja de je
de jebe tu de jebere
seibiunouva majavi
an de bugui an de güididípi"

Y comprendió, que no debía enfadarse cuando a veces la otra persona no la entiende, aunque lo explique mil veces, simplemente no lo ve.

Y maduró, la diferencia entre resignación y aceptación. Entre ¿por qué? o ¿para qué?. Entre necesidad o deseo.

Y percibió, que para que alguien pudiese ofenderle, tendría que importarle.

Y sintió, que nunca buscó un cuento con final feliz, sino ser feliz sin tanto cuento.