domingo, 20 de febrero de 2011

Mirar sin ver

Era una tarde cualquiera...
De esas tardes donde los ánimos están bajo mínimos, final de mes, donde la pregunta mas frecuente entre los compañeros es:
- ¿Que día cobramos?.
Arturo saco el tema.
- Cada día es mas difícil llegar a final de mes - comentó.
- Yo no me lo explico, ¡¡no puedo ahorrar nada!!, antes si que se ahorraba, mis padres han guardado toda su vida, podían hacerlo, a mi me es imposible...
Lo mire perpleja, pero todavía me confundí mas, al oír al resto de compañeros que le daban la razón. Si hay algo que me toca las narices, son aquellos que piensan que todo tiempo pasado fué mejor.
- No compares Arturo- le dije
- ¿Por qué?
- Porque no es comparable y lo sabes. Dime que vida llevaron tus padres. ¿Salían a comer o a cenar de vez en cuando? ¿tenia tu padre, un flamante coche como tú? ¿Cuantas veces viajaron? No existía Internet, ni telefonía móvil, ni extraescolares para los niños. ¿Cuanto se gastaban en ropas? ¿O en comer?. ¿Cuantas veces se dieron un capricho?
- ¡¡¡Joder, si lo pintas así!!!
- No pinto nada...solo lo describo.
- Yo solo sé, que antes se ahorraba.
Siguió con sus trece, podríamos haber estado horas hablando de lo mismo, pero pasé, como suelo pasar, cuando me doy cuenta de que solo se ve, lo que se quiere ver...

El resto de la tarde la pasé recordando mi infancia.
Mis padres compartiendo vivienda con mis abuelos, trabajando sin descanso en dos sitios a la vez, pensé en nuestros juegos en la calle con una tiza, una goma, una cuerda o unas chapas, recordé la mercromina en las rodillas por jugar al churro va.
Reviví los dos rombos de las películas y mi abuela mandándome a dormir.
A mi madre, que su única motivacion era tener la casa como los chorros del oro, en su educación rancia y opresora, le habían enseñado que esa era, la labor de una buena esposa.
A mi padre, que afortunadamente, aunque el Soberano fuera cosa de hombres, no bebía.
Eche en falta aquella bicicleta que nunca tuve y me acorde cuando fui con una amiga a casa de su madrina, una farmaceutica adinerada, a ver por primera vez una televisión a color.
Los domingos de verano con mis primos, cargados con la comida y con los bártulos playeros, cogiendo el tranvía camino de la Malvarrosa. O aquellas tardes de domingo en cualquier cine de reestreno, donde daban dos películas y comíamos pipas.
Sentí de nuevo, aquella añoranza por no tener pueblo, como el resto de mis amigas, que desaparecían en verano...
Lo que si aprecié con todos aquellos recuerdos, es que vivo el momento, valoro lo que tengo sin echar en falta lo que nunca tendré, que me quedo con lo positivo de cada etapa de mi vida y que cuando echo la vista atrás, la única nostalgia que siento, es por las personas que ya no están, nunca por las situaciones.

1 comentario:

  1. MARIA. Te doy toda la razón, es verdad que todo esta por las nubes, y los sueldos no llegan, pero ahora es tal como lo dices tu. Yo vengo de una familia humilde, y tampoco tuve bicicleta, y cuando mi madre traia de vez en cuando chocolate era una fiesta. Mis domingos era casa, mi padre trabajab, y mis heramanos eran pequeños, hasta que fui mayor, y sali con las amigas. Mi padre solo hizo trabajar y trabajar, y mi madre igual.
    Creo que no era bueno ni lo suyo, ni tampoco lo nuestro. Si no llega, pues no salgas, da un paseo, en un coche de baja gama.
    Como te entiendo Maria.
    Yo sabes que echo de los tiempos de antes, que la fruta sabia a fruta, todo sabia de otra manera, el aire. Los tiempos de hoy tambien tienen sus ventajas, la lavodora por ejemplo, que bendicion.
    Un abrazo.

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