Han sido unas semanas intensas...todo ha ocurrido muy rápido.
Miquel, mi hijo, acabo las practicas de sus estudios un viernes, el lunes hizo una entrevista de trabajo y el miércoles le llamaron para comunicarle que le contrataban. Hoy ha marchado para Madrid, el lunes se incorpora al mundo laboral.
Y aquí estoy... llorando como una tonta, supongo que sera eso que llaman el síndrome del nido vació o tal vez tan solo sea la emoción de comprobar que todo esfuerzo tiene su recompensa, que da igual lo que se tarde, las veces que caigas y tengas que levantarte, lo importante es querer y si se quiere...se puede.
Hoy me siento ORGULLOSA de Miquel, si...así con mayúsculas, se, porque lo he vivido con él, por todo lo que ha pasado, lo que ha sufrido, los años que se ha perdido...ya pasó, ahora a sus 21 años tiene todo un mundo ante el por descubrir, se que le va a ir bien...se lo merece.
Le echare mucho de menos, nuestras conversaciones, nuestras risas o su forma de relajarme cuando estoy jodida...pero me encuentro FELIZ.
Y si algo he aprendido durante todos estos años es que el amor de una madre no conoce lo imposible, que cuando la vida no te da un padre responsable el Universo te premia con una madre todo terreno a la que le sobran los caminos y que cuando menos te lo esperas TODO SALE BIEN.